La educación no puede desprenderse de la formación en valores, porque su finalidad es desarrollar y engrandecer las características más humanas y morales desde la infancia
(Isabel Carrillo, 2007;p.17)
La educación es un concepto que concierne a todos los individuos, desde el momento del nacimiento hasta el día de la muerte. Todo ser humano experimenta un proceso educativo a partir del primer contacto social dentro de su familia como ser dependiente y este continúa aún fuera del círculo familiar, a lo largo de su crecimiento.
Ya sea de manera formal o informal el individuo está inmerso en un constante proceso de aprendizaje. Así lo expresa Julian Navas (2004, p.30) “La educación es un fenómeno que todos conocemos y que hemos vivido porque es consustancial al desarrollo del sujeto, de tal forma que sin su concurso no podríamos hablar del ser humano”.
Partiendo de este punto, pensar en educar como una simple transmisión de conocimientos científicos de una mente a otra, sería limitar las capacidades de la educación. Los contenidos éticos y morales que se encuentran desglosados en los valores son tanto o más importantes para el ser humano como de lo que puede ser cualquier fórmula o teoría. La intención no es menospreciar el conocimiento científico sino al contrario permitir que este sea enriquecido con la formación ética, obteniendo como resultado un ser humano integral y realmente útil en su contexto social. Por consiguiente, la educación en valores no puede ser un tema desplazado y es a él a quien dedicaremos las siguientes líneas.
Comencemos por aclarar algunas definiciones primordiales en este tema. Educación proviene del latín educatio derivado de educare. Educare etimológicamente significa el promover al desarrollo (intelectual y cultural) del educando, es decir desarrollar desde las propias potencialidades psíquicas y cognitivas del educando el intelecto y el conocimiento haciendo en tal proceso activo al educando. Es así como podemos ver la educación como un proceso en el que los conocimientos impartidos despiertan, o desarrollan el contenido existente en la mente de quien está siendo formado.
Por otro lado, muchos son los esfuerzos que se han aplicado intentando definir qué son los valores, pero en líneas generales podemos decir que son las normas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que están de acuerdo con aquello que moralmente es considerado correcto, además los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Llorenç Carreras, et al.(2006, p.13) lo expresa de la siguiente manera:
“los valores son creencias prescriptivas o, si se prefiere, principios normativos y duraderos que nos sugieren que una determinada conducta o estilo final de existencia es personal y socialmente preferible a otros que consideramos opuestos o contradictorios”
Por lo tanto, podríamos definir por defecto que la educación en valores es orientar al ser humano a desarrollarse como un ser ético y moral, encaminado dentro de la sociedad según los parámetros de conducta más adecuados. Surge la pregunta ¿es necesaria la educación en valores? por supuesto, sin lugar a dudas, así como la ética está presente en cada área de nuestras vidas debe también formar parte de la educación.
Lamentablemente en la sociedad en la que vivimos actualmente los valores están transitando una fuerte crisis en la que hay mayor protagonismo de los antivalores o contravalores. Las relaciones interpersonales se están viendo afectadas por un desorden de roles en el que el respeto no tiene lugar. Se escucha a algunos decir: “en mis tiempos no era así” o “como han cambiado las cosas”. Parece ser que las actitudes propias de una persona con valores son escasas en todos los ambientes, desde el hogar hasta los planteles educativos, inclusive en las mismas iglesias.
Vale la pena reflexionar en esto, si la educación del ser humano ocurre en todos los espacios y momentos en los que se desenvuelve, entonces la enseñanza de valores amerita ser llevada nuevamente a cada ámbito de formación del individuo.
Uno de esos espacios es la familia, existe una responsabilidad formativa en los hogares que ha sido descuidada. Es en la familia donde por primera vez se orienta hacia el descubrimiento de los valores y se enseña a practicarlos y estimarlos. Padres y madres no pueden evadir su rol como guías de los hijos hacia el aprendizaje moral que le permitirá vivir más placenteramente en la sociedad.
Otro ambiente serían los diferentes planteles educativos, desde el preescolar hasta las casas de educación superior. Nuevamente Llorenç Carreras, et al.(2006, p.14), expresa de forma muy acertada que “los valores son contenidos que pueden ser aprendidos y que pueden ser enseñados”, y esto no es exclusivamente enmarcado en un contenido curricular, sino inclusive en la constante interacción educador-educando que ciertamente puede causar un impacto más perdurable.
Lograr formas correctas de interacción, respeto, diálogo, entre otras actitudes, es algo que todo educador debe buscar para sus educandos. Aplicar diferentes métodos de enseñanza y tener una visión menos superficial de los alumnos, son estrategias de las que se puede valer el educador en miras a ser una influencia positiva en la vida de aquellos que transitan sus aulas de clase. Para esto se necesita, evidentemente, de educadores con vocación y no de aquellos asalariados que cumplen sus horas solo con interés económico.
La participación activa de la familia y la escuela en el tema de educación en valores es un buen paso para dar inicio a la transformación de esta sociedad carente de sentido ético. No estamos sugiriendo que esto sea un cambio inmediato, más bien una reconstrucción paso a paso (cada quien en su área de influencia), y con sus herramientas.
El aporte que cada padre de familia, educador y ciudadano de a pie pueda ofrecer para educar a esta generación en el tema de valores, de manera constante, y en condición formal e informal, traerá como resultado la reivindicación de los valores en la mente del individuo y esto repercutirá positivamente en esta sociedad que tanto lo necesita.
Moises Arias y Andrea Hernández
Referencias bibliográficas:
Bravo, N. Valores Humanos, por la senda de una ética cotidiana. Chile, Ril Editores, 1995.
Carreras, LL. Eijo, P. Estany, A. Gómez, M. Guich, R. Mir, V. Ojeda, F. Planas, T. Serrats, M. ¿Cómo educar en valores?. Madrid, España. Editorial Narcea. 2006
Carrillo, I. ¿Es posible educar en valores en familia?. España. Editorial Graó. 2007
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